Siempre dijiste que no se puede acabar algo que jamás existió.
Hoy te digo que exististe para mí y aun así acabaste. Acabé por olvidarte casi odiándote, llorándote mientras contemplaba el alba desde mi terraza. Desapareciste y me alegro. Pero me di cuenta que cuando lo hiciste también desapareció el odio que pensé sentir por ti.
Hace ya días que deje de darte vida para mí cuando te soñaba o te pensaba o simplemente recreaba en mi cabeza escenas que nunca se hubieran hecho realidad sobre todo por el hecho de que no eres real. No eres mi realidad. Eras como esos sueños que se olvidan al despertarse y no me quise dar cuenta. Quise pensar que existías y que estarías siempre conmigo pero me equivoqué nuevamente. Abrí los ojos, eras solo un sueño, otra jugada del subconsciente.
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