jueves, 21 de junio de 2012

Esto no es una aventura

Al otro lado de la cera había un chico: mirada parda, tez aterciopelada, de altura considerable y de atractivo indudable. Yo conocía a alguien aparecido a él pero no lo podía creer, quizás fuese un dejà-vu. No podía ser. Él se había mudado al norte de Barcelona o Madrid o Lérida o cualquier lugar para alejarse de mí.  Vaya noche pasé cuando pensé haberle vuelvo a encontrar, más bien por la impresión de no dejarle ir. Oh madre, me sentí abrumado y sinceramente asustada como jamás había estado. Caí realmente enamorada de él.
Cuando le volví a ver, le prometí que siempre estaría allí para él. Esto no era una absurda aventura. Pero yo soy tímida, solo pude decirle que le necesitaba. Buscaba cariño y algo en lo que plasmar todo el amor que sentía. Porque cuando él sonreía, lo hacía de manera especial. Era maravilloso. Y si no le gusta que me demandase pero mmm, adoro como me hace sentir. Solo puedo prometer que esto no sería una aventura y que siempre estaría allí.
Mi amor por él se hizo vital. Le había amado cada centímetro que se alejo de mí pero ya estaba de vuelta. Dije que se olvidara del “como has estado” y que quería que seamos más que simples amigos, que fue lo que siempre fuimos. Él solo dijo que le creyera, que cuando se fue no había nada que doliera más que haberse ido. Todo era amor pero necesitaba tiempo para arreglar todo. Ahora tenía todo una vida ajena a mí. Sería difícil juntar todo, según él.

PD: A aquellos que me leían con frecuencia, siento casi no escribir ya pero no tengo mi portátil y sin él es difícil. Saludos.