Caminas por la cantina con bocadillo en mano junto con tu pandilla, sonríes, sé que eres feliz. Lo demuestras. Quieres que todos lo sepan. Quieres que todos te miren y vean lo bien que te va después de nuestra ruptura. Lo estás consiguiendo. Sales, vas al muro donde siempre os reunís y bromeas con que la encargada le ha dado la pizza más pequeña a uno de los del grupo porque según tú, se ha enamorado de él. Seguís bromeando con cosas tontas a las que jamás les encontraría gracia, ves por el rabillo del ojo que estoy bajando y te giras con disimulo hacia mí…
Bajo las escaleras deslizando mi mano por la barandilla, y con una sonrisa en la cara afronto los susurros de aquellos que un día creyeron que lo nuestro duraría más. Dirijo mis pasos hacía el muro pero no porque tú estés ahí sino porque es donde se reúnen mis amigos. José, el único chico de mi grupo, te mira aunque a ti eso parece no importarte. En el último escalón abro los brazos, sigo andando hasta que llego a él. Como siempre yo soy la que abraza y él, el que se deja hacer sin mediar otra palabra que no sea un “hola”. Le digo que quiero un abrazo de verdad, sé que me oyes, pero se escusa con que tiene frío. Con más razón, digo yo con tono infantil y extiendo mis manos. Apoyado en el muro me extiende una de las suyas, suavemente la tomo y él hala de mí. Ahora soy yo la que se deja hacer, soy yo la que se queda estática con la mente en blanco… Noto que ha metido sus manos bajo la chaqueta a la vez que yo cruzaba mis dedos en su nuca, siento su respiración en mi cuello y suspiro. No me separo y él, por primera vez, tampoco lo hace. Me siento protegida, agusto.
Al abrir los ojos, me encuentro con tu mirada, penetrante como siempre. Has arqueado las cejas, esbozas media sonrisa, haces ademán de decir algo pero con desaire me das la espalda enseguida. Decido separme de José y a mi vuelva un “Ohhh” por parte de mis amigos hace que todo el instituto nos quede mirando.
-Esto no deja de ser un juego para ambos –Dices dirigiéndote hacia mí.
A veces pienso en como se cruzan constantemente las vidas;tratos obligados,amistad, amor...y pienso que todo nos enriquece, nos enseña nos hace el que somos.Pero, cuidado, cada cruze lleva un dolor escrito en si mismo y esto en el amor nunca es un juego. Nadie nos enseño a sonreir en el corazon. Saludos,Electra. de D.
ResponderEliminarTienes mucha razon Diego.
EliminarPor como escribes, me gustaria que tuvieras un blog y poder degustar de tus escritos.
Saludos ^^
Buen blog, te gusta el mio? peter3tears.blogspot.com.es
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